Cada vez que he viajado al extranjero he pensado lo mismo: fuera de España el transporte público apesta. Y eso hace que en España nos quejemos de vicio. Si alguien tiene alguna pregunta sobre el transporte en LA, aquí estoy. Este fin de semana he hecho un curso intensivo.
Aún no he hablado de AA. AA es otra otra chica de España, de Cantabria concretamente, que está en Santa Monica, currando igual que yo, y que ha hecho mucho más fácil mi primer mes aquí (ella me lleva uno de ventaja) de lo que lo hubiera sido sin ella.
Pues bien, como AA y yo teníamos el fin de semana libre, decidimos hacer algo distinto a nuestra rutina semanal. Aunque parezca mentira, estando donde estamos, ninguna de las dos había pasado un día 'de playa', así que decidimos ir a Malibu porque, ¿qué mejor sitio?...¿no?
Pues bien,...NO. Malibu es una playa, SÓLO una playa. Y n-a-d-a más. Ni siquiera es una playa maravillosa. La nuestra de Santa Mónica es muchísimo mejor, así que no creo que volvamos a aparecer por allí.
Pero bueno, a lo que iba. Hacia las 3.30 pm nos fuimos de la playa para coger el bus de vuelta. Una hora y media, y dos autobuses llenos pasando delante de nuestras narices después, por fin pudimos subirnos a un bus con destino Santa Mónica. Sólo que ahí no acaba la cosa. Un accidente había colapsado la Pacific Coast Highway (nuestra ruta) más o menos
aquí, así que el bus se movía a paso de tortuga, literalmente a saltitos. Si no hubiera sido por los pasajeros que iban a bordo, habría sido una pesadilla. Pero, como siempre que se juntan un grupo de
latinos, nos encargamos de llevarlo con mucho sentido del humor.
Así que una hora y media después de habernos montado (y van 3), el conductor nos dejó tirados en mitad de Pacific Palisades (no lo bastante cerca de casa), así que ahí nos veis a todos los pasajeros, la mayoría hablando en castellano, andando juntos por la calle en busca de una parada de otra línea de autobús. Y fue aquí cuando AA y yo empezamos a reírnos a carcajadas de manera incontrolable ante la escena que estábamos viviendo. Según ella, y lo suscribo, parecía que íbamos a recoger naranjas.
Pero bueno, todo parecía estar destinado a un final feliz al aparecer por fin el autobús metropolitano de Santa Monica, si no llega a ser por la conductora kamikaze que nos llevó a toda velocidad por una calle larguísima, llena de curvas y cuesta abajo. Mientras AA tenía una cara de susto que no veas, yo no pude sino volver a reirme a carcajadas ante lo surrealista de la escena, y de la tarde que llevábamos a cuestas.
Por fin aparecimos en el centro de Santa Monica, una zona que ya reconocemos como 'casa', con ganas de besar el suelo más que de pisarlo, y nos fuimos de cabeza a por algo para cenar (aunque no eran más que las 8, llevábamos unas 7 horas sin probar bocado). ¿Y qué es lo mejor que se puede comer después de un día así? Pues sí, comida basura: hot dog, patatas y mega-batido de Oreo en el mejor sitio: un Johnny Rockets, una cadena de diners típicamente americanos, en cuanto a carta y decoración.
¡Y pensar que nuestra idea inicial era ir a la playa, volver a casa, descansar un rato, arreglarnos y salir de fiesta!
Ni que decir tiene que después de cenar tuvimos que coger otro bus para ir a casa.
No sé qué fue lo mejor, o lo más surrealista, si el viaje en autobús con todos esos mexicanos riéndonos de cualquier bobada, el tío que paró con su coche mientras esperábamos al autobús para ofrecerse a llevarnos, la peregrinación en grupo para 'recoger naranjas' o el cochecillo rojo con las ventanillas bajadas que, mientras esperábamos al primer bus, pasó delante de nosotras con Héroes del Silencio sonando a todo volumen. Aún así, hacía mucho que no me reía tanto.
Al parecer AA es gafe, y yo también, así que la combinación de las dos es brutal. Y es que todo empezó con AA diciendo "¿Te imaginas que el bus viene lleno y no para?"
1 comentario:
Acojonante y desternillante.Como de Berlanga
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